Muy de mañana, Luisa es despertada por su madre para llevarla a la guardería. Ella, sin embargo, no está muy dispuesta a levantarse y menos a vestirse con la ropa que su madre ha elegido para ese día. Quiere ponerse el vestido y la corona de princesa. Madre e hija no se ponen de acuerdo, incluso la madre amenaza a Luisa con dejarla sola, algo que jamás, jamás se había esperado de ella.

Finalmente, no sólo Luisa se vestirá de princesa, sino que convencerá a su madre para que ella también se ponga el vestido de noche.

Así, estupendamente vestidas y contentas, Luisa y su madre ser van en el tranvía a su guardería y a su trabajo, ante el asombro y las sonrisas de viajeros y la admiración de las amigas.