Mohieddin Ellabadad, autor de este insólito y maravilloso libro, nos muestra escenas de su infancia, recrea sus recuerdos y sueños que impregnan su vida de niño y se detiene nostálgico a pensar en la pérdida de tradiciones. Collages de viejas postales, fotos sepia, lo que él denomina "pequeñeces" de una vida plena.
¿Puedes imaginarte algo más bello que encontrarte una nube blanca en la cama? ¿O algo más divertido todavía: hacer los deberes con un gorila? ¿O escuchar a los peces por la noche? Y, naturalmente, lo más bello de todo es poder contar y escuchar esas y otras historias mientras tus piernas se bambolean sentada en un árbol.
"La noche era fría. El montón de estiércol elevado. Yo nunca había despertado al Sol. Madre se encontraba en la puerta de la cuadra y asentía. Ella me creía capaz de todo. Canté. El Sol salió. Yo lo había despertado".
Como siempre, Martin Baltscheit acerca al lector, con humor e ironía, el tema de la vanidad, sin caer en ningún momento en la moralina.
"¡Zas, pum!" sonó cuando Segismundo, un pequeño pájaro se cayó de su nido. Desde entonces está triste y es algo distinto a los demás. Finalmente, Emilia, una vieja liebre, le ayudará a recuperar su alegría de vivir.
Una bella y emotiva historia sobre la discapacidad.
Todas las noches, una pequeña niña ve pasar por delante de su ventana una extraña y enorme figura, que ella no consigue identificar. Puede que sea un gigantesco vampiro, una enorme ola... ¿O es quizá una mosca posada en el cristal del faro, agigantada y reflejada como un monstruo?
En el circo todos tienen nombres artísticos. Pele no. Él no sabe hacer equilibrios, ni magia. Parece como si nunca fuera a ser capaz de hacer nada: es pequeño y lento. También piensa demasiado lentamente. Sólo en una ocasión dice "Abracadabra, hijo". Y lo dice todo seguido y en el momento apropiado. Sucede un milagro.